Jugando a vivir

6/11/2007

Cuerpo a cuerpo

Sentado frente a la televisión, ayer descubrí que tengo un extraño gusto por el box. Es confuso porque yo mismo he criticado este deporte varias veces en el pasado, de hecho me sigue pareciendo un justo ejemplo del clásico circo romano. Sin sueño y un poco atascado en la hipótesis de Riemann encendí la televisión. En el canal inicial había una función de box y decidí quedarme un minuto. El minuto se convirtió en un par de buenas peleas con boxeadores cuyos nombres ni siquiera recuerdo. Cuando me di cuenta ya había visto ocho asaltos de corrido, emocionado, sin cambiar el canal y con los sentidos exaltados. La extrañeza que me causó no impidió que terminara de ver la pelea, la cual fue detenida casi al final debido al estado deplorable en que se encontraba uno de los boxeadores.
Pensándolo un poco, creo que lo que llama poderosamente la atención, además del morbo, es el enfrentamiento leal de dos hombres en igualdad de condiciones, pesando casi lo mismo, con guantes idénticos y una preparación física previa que les permite pelear de manera espectacular. Está implícita la valentía que se requiere el enfrentarse de esa forma, el heroísmo romántico y pueril que ofrece un peleador que se observa tambaleante y lastimado en un momento, para luego recuperarse y ganar estrepitosamente en el siguiente asalto.
En México, hace un par de décadas la gente acudía por montones a las funciones de box, quizá porque era el único lugar donde se podía encontrar ese nivel de violencia. Poco después, los medios se comieron el mercado del morbo y solo quedaron los aficionados que realmente gustan del box, eran los menos así que su popularidad decreció considerablemente.
Vaya sorpresas las que podemos llevarnos de nosotros mismos, en mi caso, creo que no está de más pensar un poco en ello. Eso si, ni el morbo ni el heroísmo podrían hacer que llegara a gustarme algo como la fiesta de los toros. Me parece cruel, por un lado el toro no elige estar ahí, además veo muy difícil encontrar simbolismo o arte en un espectáculo tan cobarde.

1 Comments:

  • En el asunto de los toros no hay igualdad de circunstancias. Definitivo. El pobre toro solo se para en un lugar en el cual un monito lo molesta para que se enoje y lucir su "heroísmo". Patético, en verdad.

    Y en lo del box, ni analizarlo, brotaron las emociones primitivas que todos tenemos. Lo divertido es, como te pasó, descubrir qué cosa las origina.

    By Anonymous Anónimo, at 9:14 a.m.  

Publicar un comentario

<< Home