Jugando a vivir

1/04/2008

Pequeños e inquietos dormilones

deMi cuerpo reposa exhausto mientras te abrazo dormida, el calor de tu cuerpo resulta el mejor refugio para mis pensamientos vagabundos. Vienen y van en tropel al tiempo que advierto una pequeña ventana de ti que aún se encuentra abierta. Mucho más allá del sur, detrás de las figuras que forma tu cabello, en tus pies dormilones descansa mi mirada. Pequeños gazapos de energía que acurrucados descansan a tus expensas. Aguardan pacientes la llegada del calor, sin importarles si proviene de tu cuerpo o el mío, se retuercen cuando nadie los ve, encogen fuertemente sus dedos y en un instante se relajan al sentirse liberados. Perciben mi mirada y se detienen avergonzados, pero solo por un instante, saben que los he visto antes. Son tus pies pequeños los que hablan por ti mientras duermes, los que se asustan, brincan y lloran, son el reflejo de tus sueños inquietos y locos.

12/09/2007

Observarse

Deberían bastar unos cuantos minutos a solas como indulgente pretexto para la introversión; creo que en realidad se han vuelto necesarios. Unos minutos le son suficientes a cualquiera, deberían serlo, aunque a decir verdad, no estaría mal si tuvieran carácter de ineludible para todos. Es en extremo saludable detenerse un momento en medio de la vorágine que nos envuelve, observar o solamente mirar, quedarse muy quieto, hasta llegar el momento en que nos vemos pasar delante de nosotros mismos. Entiendo que la primera vez nos causará un gran impacto, y es que todos estamos acostumbrados a hurgar la vida de los demás, pero observarnos a través de la misma tela es un ejercicio a la vez difícil y enriquecedor. Hacer una autocrítica con las mismas pautas que usamos para criticar a los demás, cuestionarnos fuertemente desde el exterior, ser como lo es un amigo francote que despepita en dos frases lo que el resto no se atreve a decirnos.

Cada quien tiene sus espacios preferidos, algunos en los rincones, otros a la vista de todos, algunos dentro de un templo, otros a la mitad de la nada. La intención es aprovechar espacios que de otro modo morirían irremediablemente en la ignominia. Los míos son muy simples: los cincuenta minutos que dura una misa a la que he ido por acompañar a mi familia, los veinte minutos que dura un viaje en taxi, los diez minutos que tardo en llegar caminando a mi casa, los cinco minutos que tardo en quedarme dormido, los viajes en autobús y otros que improviso en el momento. Cuando me son insuficientes, me veo en la necesidad de tomar prestado uno que otro atardecer o un domingo por la mañana, antes de que pepe grillo despierte.

Durante ese tiempo, trabajo en respuestas que considero importantes y aunque no tengo la mínima idea sobre la importancia que estas tengan para los demás, para mi son preponderantes. Muchas personas me han cuestionado sobre mi renuencia a comprar un reproductor de música portátil; la verdad es que no me desagradan, de hecho incluso me resultan llamativos, el único problema e inconveniente es que no me dejarían escuchar mis pensamientos en esos pocos y preciados momentos en que me observo.

11/28/2007

Párrafos de efecto retardado

Son solo veinte o treinta minutos los que requiere el ejercicio sano y reparador de escribir en un blog. Relajarse, respirar profundo, mirar hacia ninguna parte y quedar en espera de alguna idea que nos tome por sorpresa para extraer de ella lo sutil y construir un párrafo con pedazos de conciencia.
Ciertamente el tiempo es un elemento valioso, pero el recuerdo de esa extraña fascinación que precede al punto final, es lo que me arrastra a este sitio con la intención de aportar mi cuota de sinrazones y narrativa de aprendiz.

Durante mi ausencia he aprendido que aunque las entradas quedan impresas en la ventana electrónica casi de manera instantánea, el efecto es más bien a largo plazo. Líneas escritas hace meses, lo mismo en una mañana de resaca o en una noche vacía, hacen eco en la conciencia de alguien, se revelan provocando de una idea o una reacción que se transforma en comentario o en un correo electrónico. Con enorme sorpresa me he dado cuenta de que hay muchos del otro lado de la red que lee lo que se escribe. Incluso sin importarles que el tema principal de estos garabatos sea mi llana existencia.

Por mi parte he seguido jugando a vivir, sin aburrirme ni un instante, sin dejar de aprender ni de soñar. He asimilado una vez más que la realidad siempre le escupe en la cara a la soberbia cada vez que por descuido nos atrevemos a ostentarla. Estoy intentando formar una sólida amistad en convivencia (cosa a la que la gente llama matrimonio) y aunque sé que es el reto más difícil de todos, también sé que la recompensa es de una magnitud superior.

El final de año de acerca y hay ya nuevos retos en puerta. Puedo decir que mi perspectiva se ha visto ampliamente beneficiada por mi incursión en nuevas áreas que por desconocerlas muchas veces las había desestimado. Abriré bien los ojos y caminaré con el mismo andar de quien explora un nuevo rincón de si mismo.

7/30/2007

Un dulce olor a muerte

El viernes pasado, muy a mi pesar, el dulce olor a muerte se disipó. La novela se terminó de súbito, burlándose de mí a sabiendas que de mi parte no había prisa alguna por terminar.
Actualmente es muy probable que la gente conozca a Guillermo Arriaga; los más por el sonado éxito de “Amores perros”, los menos por el premio al mejor guión en Cannes hace un par de años. Naturalmente sentí curiosidad por leer algo más de él, algo que no tuviera que ver con las dos historias que ya había visto en la pantalla. “Un dulce olor a muerte” me ha gustado muchísimo, Arriaga conforma una narración muy gráfica, llena de detalles, que nutre con gran eficacia la imaginación del lector. Se nota a leguas una vocación narrativa ágil y dinámica, es tacaño con las palabras aunque trata siempre de comunicar lo más posible. La novela es fácil de abordar, de las que se terminan en unas cuantas horas, más no por eso es simple.
Tengo que decir que al leerla es imposible que no venga a la mente “Crónica de una muerte anunciada”, ambas son historias que se estacionan en ese paraje maravilloso y mágico que es la vida rural provinciana. Sin embargo, el estilo narrativo de Arriaga difiere por mucho del de Gabo, siendo el primero raudo e imaginativo, mientras el segundo es pausado y lleno de matices.

7/26/2007

Semanalidades

Esta ha sido mi semana de vacaciones: despertar, salir a hacer ejercicio, escribir, preparar clase, comer, leer, cocinar, escribir, ver televisión y dormir. Extrañamente y a pesar de lo común que pueda ser cada una de estas actividades por separado, la combinación de ellas ha traído consigo un bienestar y una paz que hace mucho tiempo no sentía.
Retomar el ejercicio cotidiano ha generado energía adicional que bien me ha servido para cumplir con el resto de la jornada sin perder el ánimo en la mejor parte. Regresar a mis épocas de pseudo-“chef pepin” ha acarreado muy buenos dividendos, siempre me gustó cocinar y retomarlo ha sido uno de los principales aciertos en estas vacaciones. Lo que no se ejercita se olvida, incluso aquella bizarra creación del pollo en salsa de mango que un día conquistó el estómago de pepe-grillo volvió a resultar un éxito, incluso después de creer que había olvidado la receta.
La tercera y más importante de todas ha sido, por fin, y después de muchas dudas, el inicio de la escritura de un libro que en realidad trate de exponer a juicio público. Y no es que “tenga algo que contar”, como dicen muchos escritores, tampoco pretendo tener “autoridad moral”, es solo porque me llena tremendamente de gozo escribir. La técnica: enredar a personajes que he conocido, retorcerlos, explorarlos, meterlos en situaciones de las muchas que recuerdo y envolverlos con las telarañas que hay en mi cabeza.
Escribo desde muy pequeño, pero siempre bajo la premisa de que todo quedará en mis entrañas o en las de los objetos de mi afecto. Siempre he tenido la duda sobre mi capacidad expresiva. Por fin he decidido que no es de mi interés en este momento si la tengo o no, haré uno o varios esfuerzos honestos con miras a comprobarlo. Será un libro de cuentos cortos, todos ellos en torno a una temática que considero será de interés. No sé en este momento como lograré exponer lo que sea que de esto resulte, eso lo decidiré más adelante. Necesitaba trabajar en otro de mis sueños, en lo que resuelvo que hacer para conseguir los que se han quedado en espera.

6/11/2007

Cuerpo a cuerpo

Sentado frente a la televisión, ayer descubrí que tengo un extraño gusto por el box. Es confuso porque yo mismo he criticado este deporte varias veces en el pasado, de hecho me sigue pareciendo un justo ejemplo del clásico circo romano. Sin sueño y un poco atascado en la hipótesis de Riemann encendí la televisión. En el canal inicial había una función de box y decidí quedarme un minuto. El minuto se convirtió en un par de buenas peleas con boxeadores cuyos nombres ni siquiera recuerdo. Cuando me di cuenta ya había visto ocho asaltos de corrido, emocionado, sin cambiar el canal y con los sentidos exaltados. La extrañeza que me causó no impidió que terminara de ver la pelea, la cual fue detenida casi al final debido al estado deplorable en que se encontraba uno de los boxeadores.
Pensándolo un poco, creo que lo que llama poderosamente la atención, además del morbo, es el enfrentamiento leal de dos hombres en igualdad de condiciones, pesando casi lo mismo, con guantes idénticos y una preparación física previa que les permite pelear de manera espectacular. Está implícita la valentía que se requiere el enfrentarse de esa forma, el heroísmo romántico y pueril que ofrece un peleador que se observa tambaleante y lastimado en un momento, para luego recuperarse y ganar estrepitosamente en el siguiente asalto.
En México, hace un par de décadas la gente acudía por montones a las funciones de box, quizá porque era el único lugar donde se podía encontrar ese nivel de violencia. Poco después, los medios se comieron el mercado del morbo y solo quedaron los aficionados que realmente gustan del box, eran los menos así que su popularidad decreció considerablemente.
Vaya sorpresas las que podemos llevarnos de nosotros mismos, en mi caso, creo que no está de más pensar un poco en ello. Eso si, ni el morbo ni el heroísmo podrían hacer que llegara a gustarme algo como la fiesta de los toros. Me parece cruel, por un lado el toro no elige estar ahí, además veo muy difícil encontrar simbolismo o arte en un espectáculo tan cobarde.

5/21/2007

A punta de librazos.

Es muy fácil encontrar extraordinarios ejemplos de individuos con una capacidad de pensamiento abstracto sobresaliente. También lo es pensar en héroes anónimos, de esos cuya capacidad literaria es tal, que son capaces de cambiar vidas a punta de librazos. Tarea mucho más difícil resulta encontrar un espécimen que posea un alto calificativo en ambos rubros.
Desde hace un par de días estoy leyendo “Prime Obsession”, un libro de John Derbyshire, en un honesto intento por ser breve diré que el libro ha atrapado poderosamente mi atención. El tema del libro es la vida y obra de Bernhard Riemann lo cual no tiene nada de espectacular de no ser por la originalidad con que se aborda. Los capítulos pares hablan sobre cuestiones históricas y biográficas, vivencias enmarcadas en un contexto difícil de imaginar para nuestra época, no es un relato lleno de figuras literarias que aparezcan y desaparezcan, pero la narrativa es agradable y muy bien lograda.
Los capítulos impares tratan de explicar la Hipótesis de Riemann, el cual es uno de los grandes problemas matemáticos aún sin resolver. El punto es que esta hipótesis, en principio, no es fácil de comprender; a diferencia de lo que sucede con otros problemas también difíciles de enfrentar pero que son fáciles de entrever como la demostración del último teorema de Fermat (problema que ya fue resuelto).
Lo que me sorprende es que en pocas ocasiones había visto tan exquisita capacidad en la explicación de conceptos matemáticos abstractos. El capítulo uno deja en claro incluso para quien solo sabe cuestiones básicas de álgebra lo que es una serie matemática convergente y divergente, por no hablar del concepto de límite.
En resumen he encontrado en el libro una lectura muy estimulante, siento curiosidad por entender tan famosa y aludida hipótesis pero al mismo tiempo la vida de los matemáticos siempre ha estado llena de una serie de sucesos dignos de un buen relato. Creo que nunca dejaré de sorprenderme frente a lo que una mente decidida, creativa y capaz puede realizar.