Jugando a vivir

2/14/2007

Crónicas de un casorio

Seis con treinta minutos de la madrugada, suena el despertador, lo apago, coordino mis movimientos para llegar sin golpearme al baño, bueno, me conformo con llegar al baño, abro la llave, me meto bajo la regadera, ¡esa es la fría imbécil! Salgo del baño, medio despierto, me como algo que dejé a medias la noche anterior, tiene algún sabor y es masticable. Me disfrazo, quiero decir, me visto y salgo de la casa. Llego al coche, hago como que conduzco, volteo, veo que si paso, a mi lado está gwenn batallando también por no cabecear. Llego al centro, estaciono, solo logro hacerlo porque no hay otros automóviles. Bajamos del auto, despierto un poco más, ¡mendigo frío!, apuradamente caminamos, es como cuando vas regresando de una peda, medio crudo y ya amaneció, el sol pega de lleno, solo que sin el bálsamo atenuante del alcohol en las venas.
Entramos a la vieja construcción, subimos las escaleras, más frío, seguimos los letreros que indican con una flecha hacia donde hay que dirigirse para nuestro propósito. Abro un poco más los ojos, por lo visto todo está preparado, empiezo a sentir que estoy entrando en una dimensión desconocida. Me distraigo un momento al pensar en que alguien debió haberse parado más temprano para colgar esos letreros. Logramos con apuros llegar al tercer piso, vemos una mesa llena de parejas, un señor canoso que parece dirigir el asunto nos hace una seña para que nos acerquemos, nos sentamos, llenamos una hoja con datos, apenas si puedo recordar mi segundo apellido. Se la entregamos al hombre canoso y nos dice: son 300 pesos por favor. Ahí despierto un poco más, menos mal lo pide por favor. Pasen al salón, indica una señora en amable, nos levantamos y nos dirigimos al interior, ambos con cara de espanto, inmediatamente ubicamos salidas de emergencia, ventanas cubiertas, construcción de piedra, la puerta bloqueada por una señora de pelo cano, no hay salida, tendré que simular un desmayo si siento que mi cerebro está a punto de ser reseteado, convulsiones también seria una buena idea.
La señora de la puerta pasa al frente, se presenta, nos da la bienvenida, y comienza a platicarnos de su vida y sus experiencias conyugales, de su cercanía con dios. El primer chantaje llega dentro de los cinco minutos iniciales: “él murió por ti, dio su vida por ti”, así que tú debes… ya saben lo que sigue. Un inicio así no promete mucho, me preparo para escucharlo cien veces más en el transcurso del día aunque extrañamente a la larga será la única vez que lo escuche. La plática termina sin sobresaltos de más, algunos chascarrillos, uno que otro mito, un par de verdades escritas con sangre para aderezar. Fue lo que pobremente pude percibir en el estado de somnolencia en el que me encontraba. Lo mejor de todo fue cuando la señora dijo: “la iglesia ahora es más abierta, a ver, levante la mano quien apenas se va a casar y ya tiene hijos”, un par la levantan y la señora agrega al mismo tiempo que hace una mueca: “ya ven como aquí hay gente de todo tipo”, que bueno que lo aclara, pensé.
Descansamos cinco minutos después de la primera charla y llegó una pareja, resultó que ellos se ofrecieron como oradores por gusto, querían retribuir lo mucho que ellos recibieron en las mismas pláticas años atrás. La charla era sobre paternidad responsable, él comenzó con rollos psicológicos y aspiracionales, después de diez minutos uno ya podía inferir que en efecto el tipo era psicólogo, amante de Freud hasta las chanclas, que ha leído demasiados libros de superación personal. Además gracias a él muchos en la sala por primera vez escucharon las palabras: perenne, inherente, sobremanera y otras más domingueras que escapan a mi memoria en este momento. En resumen la plática no fue mala pero no se puede usar un lenguaje tan rebuscado con una audiencia tan diversa, eso es regla de oro del orador. Enseguida pasó su esposa, mujer de palabras fáciles, aunque empieza a hablar ya como el marido. Afortunadamente ella llegó a lo que era el motivo de la plática: numero de hijos, espacio entre ellos, sobre las implicaciones que trae consigo un chilpayate. Cuando llegó a los anticonceptivos recordé la posición oficial de la iglesia y surgió en mí el morbo por saber que diría. Justo en ese momento llegó la señora de la primera plática y se sentó en la entrada como para supervisar que la expositora no fuera a decir alguna mala palabra como: píldora, inyección, parche, implante o algo por el estilo. La mujer al frente habló de los métodos naturales, los cuales si acepta la iglesia, un poco sobre su bajo índice de efectividad, habló de “los otros métodos” no dijo que fueran del demonio y se notaba que ella no lo pensaba así, pero era obvio que no podía ahondar mayormente en el tema sin brincarse la tranca ideológica.
Para ese momento mis tripas ya gruñían de hambre así que casi pegue un salto cuando dijeron que tendríamos una hora para comer algo. Salimos como bala y fuimos a dar a una fonda cercana donde alguna vez desayunamos con mis padres, ambos devoramos un par de huevos rancheros muy ricos por cierto. En menos de lo que se dice “santo” ya estábamos de vuelta en la fría construcción a espaldas de catedral. Ya despierto pude observar mejor las cosas, había parejas de todas las edades, mayormente entre los 25 y 30 aunque también había algunos que parecían haberse escapado de la secundaria y otros ya bastante veteranos, un par de embarazadas, dos parejas con hijo, en fin, toda una variedad de ovejas del señor, ya no digamos si descarriadas o no porque si se ponían a clasificar nosotros íbamos a salir perdiendo.
La tercera plática fue la única que nos gustó, además de ser la primera que enfrentamos completamente despiertos. Corrió por cuenta de una doctora muy alivianada proveniente del instituto de la mujer, sin mayor desparpajo nos puso a hacer una actividad sobre violencia intrafamiliar, causas y mitos alrededor de ella. Nos formó en grupos de tal manera que la pareja de uno quedaba en un grupo diferente, en mi grupo quedaron tres mujeres: una que despotricaba contra la sociedad misógina y machista, otra más mochilona que todo lo veía con reserva, de todo opinaba a medias y una tercera que no habló pero cuya expresión denotaba cierto fastidio por lo que decíamos los demás, veía a las otras mujeres con cara de: “mugres viejas grilleras y boconas, luego porque las golpean sus maridos”, en fin, toda una variedad.
Luego la doctora tomó la palabra y comenzó a hablar de todo sin tapujos, que si la sexualidad, que si deben gozarla, que si la vagina, que si el pene, que si el ano, que si el orgasmo, que si la muerte chiquita, mientras tanto yo me carcajeaba sonoramente hacia mis adentros porque tanto la “señora vigilante” como muchas de las que estaban en la sala ponían ojos de huevo cocido cada vez que una palabra “de esas” hacía eco en la sala. Otras volteaban a ver al cristo colgado en la pared como sintiéndose mal porque él tuviera que estar escuchando tantas barbaridades. Su plática duró casi un par de horas y al final entregó tarjetas con un teléfono 01800 para llamar en caso de requerir ayuda asistencial o legal en un caso de violencia intrafamiliar.
La última plática pasó sin pena ni gloria, un par de ministros de la iglesia, que por cierto no se donde caen en la escala de divinidad, nos hablaron del sacramento cristiano, significado de los anillos, arras, lazo y toda la serie de símbolos.
En resumen puedo decir varias cosas sobre las pláticas prematrimoniales: en principio es inhumano que te citen a las 7:45 de la madrugada en domingo, si dios pudiera hablar estoy seguro que no permitiría eso. Trescientos pesos no me parece excesivo, pero deberían hacer una excepción con gente de escasos recursos, todavía que se animan a casarse por la iglesia les andan bajando el sueldo de toda una semana. Me parece un punto bueno que la iglesia muestre un poco de criterio e invite a personas externas a la iglesia como la doctora que les platico, quizá es la última oportunidad para muchas mujeres de escuchar opiniones valiosas antes de que las arrumben en su casa, creo que es mucho más útil que habernos puesto a leer Mateo 1:20, Juan 5:65 y Peregrinos 1:21
Otra cosa que me sorprendió es que solo hubo un chantaje en todo el día, además no se nos habló mucho de cuestiones católicas duras, no nos hicieron ir a misa y los pocos intentos por lavar el coco fueron en realidad vagos, carentes de talento y con argumentos que no convencerían ni a un hámster.
A las cuatro de la tarde ya estábamos libres, con papelito en mano, caminamos hacia el auto, nos reímos de lo que habíamos pasado, abrimos la cajuela, sacamos las colas, capas, cuernos y tridentes.
Subimos de nuevo y nos dispusimos a ir por fruta al supermercado.

2 Comments:

  • Existe mucha contradicción en lo que la Iglesia pregona y las realidades de la vida. Y digo pregona porque mas me parece que se apropió de la marca "Dios" para manipular masas de humanos incautos que no profundizan por si mismos en esas cosas. Es más fácil que un tercero (la Iglesia) les diga lo que quiera. Deja me acomodo un cuerno, que ya se me enchuecó :)

    Y ésta me encantó:

    "... carentes de talento y con argumentos que no convencerían ni a un hámster "

    /* Agrega sonrisa por chiste local, ve mi msn y lo entenderás */

    By Anonymous Anónimo, at 12:31 p.m.  

  • Ya vi tu foto, jeje, pos supuesto no hay alusión alguna, a lo que me refería es que incluso en aspectos teológicos es posible construir toda una serie de argumentos bien formados que si te descuidas te dejan en jaque. Yo he tenido la oportunidad de hablar con gente que de verdad sabe exponer sus ideas en lo referente a la religión, desgraciadamente son los menos.

    By Blogger Sergio, at 8:22 a.m.  

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