Jugando a vivir

1/30/2007

Sobre las pequeñas voces

Y que conste que no me refiero a las que rondan en mi cabeza, esas son otras muy escandalosas sobre las que escribiré otro día. Me refiero en realidad a las voces de los niños que rondan por este planeta y con los que a menudo nos topamos. Es habitual que conforme uno crece comienza a escucharlos menos y en consecuencia a convivir menos con ellos. Todo sería miel sobre hojuelas si no fuera porque un buen día llega la noticia de la paternidad, o de la maternidad en su defecto. De repente te ves frente a un enano de ojos bien abiertos, nariz húmeda y que tiene un ligero parecido a ti, con el que no tienes la menor idea de que platicar o charlar. Para los que nunca hemos sido padres, en muchas ocasiones nos dan la impresión de ser entes malvados que revolotean gritando consignas de alguna nueva serie televisiva al mismo tiempo que se revuelcan en el piso y claro, porqué no, ocasionalmente te patean por accidente.
Yo en lo particular siempre he pensado que tienen mucho que decirnos, y mucho más que preguntarnos, incluso los niños ajenos. Actualmente y debido al sobre estímulo del que son víctimas, los niños tienen en la mente todo tipo de teorías y conjeturas, algunas extrañas y otras no tanto.
Por supuesto que no son todos, me refiero solo a la minoría que se salva de quedar idiota por tanta tele y videojuegos. Para no dar más vueltas al asunto, hace unos días conviví con uno de ellos, platicamos un buen rato y he aquí algunas de las cosas que discutimos, su nombre es Edgar y tiene 8 años.

Él comenzó preguntándome si me gustaban las niñas, después me preguntó porqué, acto seguido me dijo que un amigo suyo dice que las niñas son más inteligentes que los niños y quería saber si eso era cierto. Edgar tiene bien claro que hay juguetes de niños y de niñas pero me preguntó si es normal que sienta que se derrite cuando su hermana le acerca alguno de sus juguetes “de niña”. Luego me preguntó que como debía llamarle a lo que en voz baja me dijo que él tenía y que le decían que era un PE-E-ENE-E, enseguida me preguntó que si yo también tenía uno.
Todo esto mientras saboreábamos unas deliciosas palomitas de caramelo y esperábamos a que comenzara “Lo que el agua se llevó”.
A ver, a ver, a ver, si, si me gustan las niñas, la razón es que son inteligentes y que ven muchas cosas de una manera diferente a nosotros, por eso son interesantes, no, no son más inteligentes, de hecho la inteligencia no tiene nada que ver con ser niño o niña, los juguetes de tu hermana no tienen nada maligno, no hay razón para que te derritas, si no te gustan solo no juegas con ellos y listo, yo también tengo uno y se llama pene, así pene, no es una palabra mala por lo tanto no se dice en voz baja, aunque como ya todo mundo sabe que tenemos uno no hay ninguna razón para andarlo diciendo a cada rato, no hay nada misterioso en ello.
Me miró uno segundos fijamente y continuó: un amigo dice que la temperatura de la sangre es muy alta y que por eso nos arde la frente cuando nos enfermamos, también dice que no es posible que uno se pueda morder hasta sangrarse, que es por instinto de conservación, ¿es cierto?, yo lo he intentado pero no me logro sacar sangre, mis amigos saben muchas cosas, tu sabes algo que yo pueda decirles y que ellos no sepan.
Como se podrán imaginar puse cara hacer comido limón con chile, para hacer tiempo le conté que la razón del calor en la frente es que nuestras defensas están tratando de luchar contra una enfermedad, que uno si puede morderse y hacerse mucho daño, solo que no tiene ningún sentido probarlo, sabemos que si te tiras de un edificio te mueres y no por eso ves a gente haciéndolo para probarlo, ah y en cuanto al conocimiento diles que el hombre es el único animal tan estúpido como para hacerse daño a si mismo intencionalmente solo para impresionar a los demás y que eso está más que demostrado.
¡Eso no!, otra cosa más impactante, me dijo.
Ok, ok, sabías que, existe un sitio en Internet donde puedes encontrar toda clase de datos extraordinarios que poca gente sabe, le di la dirección de www.sabiask.com, lo sé, lo sé, no demostré una gran genialidad pero el niño quedó encantado de tener un lugar de donde sacar toda clase de datos raros y extraños.
Ahora si podré saber mucho más que todos los demás, dijo con una gran sonrisa. Mira Edgar, saber mucho no es la gran cosa, si es bueno saber cosas, pero no hay porqué andar todo el día preguntándole a todo el mundo: sabías que…, es mejor saberlo y ya.
Me miró como diciendo: what the hell…, me dio el avión con un “si Sergio”, y salió corriendo disparado a ver juguetes.