Jugando a vivir

12/05/2006

Fantasmas

El coraje y la prisa me impidieron ver de quien se trataba, apenas si se divisaba una tenue sombra en la penumbra, no me importó, me senté de golpe en el lugar vacío y fue él quien tuvo que saludar, buenas noches, dijo. Yo en su condición me habría mandado derechito al diablo sin pensarlo.
Contesté a regañadientes, y me di la vuelta, mugre gente necia, pensé; yo había comprado mi boleto el día anterior, porqué no podían simplemente respetar mi lugar, no me gusta viajar en la parte trasera, yo quería sentarme en el número dos tal y como lo compré.
El autobús era “de paso”, había llegado una hora tarde a Querétaro y teníamos por delante un largo viaje, ¿hasta donde va?, me preguntó de repente, fue en ese momento cuando lo observé mejor, mis ojos se habían habituado a la oscuridad, era un hombre muy moreno, de aproximadamente cuarenta años, lucía un tanto desaliñado, me miraba fijamente con sus ojos vacíos esperando una respuesta al mismo tiempo que un gesto extraño se dibujaba en su inexpresivo rostro.
Voy a Cuernavaca, dije secamente y me dispuse a dormir, me preocupaba el no poder despertar oportunamente e ir a parar hasta Acapulco ya que Cuernavaca no era el destino final del autobús. Puse mi alarma y caí como piedra, no sin antes desconfiar ante el interés de mi acompañante.
Desperté en la caseta de salida del DF, di un tremendo salto al voltear y verlo con los ojos bien abiertos, sin parpadear, estaba recostado en el asiento, mirando al techo, como si estuviera muerto.
Ya casi llega joven, estamos saliendo del DF, me dijo amablemente, ya más tranquilo le pregunté por su destino. Voy a Iguala, dijo, y enseguida hizo una pausa, como dudando si me interesaría escuchar más detalles al respecto.
En realidad no vivo en Iguala, soy de un pueblito de por ahí de las afueras, espero que ya pasen rutas a la hora que llegue a Iguala porque cobran muy caro los taxis, salí desde el sábado en la mañana de Houston, ah y por cierto me llamo Arnulfo. ¿Desde el sábado?, pregunté sorprendido, pero si ya es la madrugada del lunes señor. Si, es un viaje largo, estoy muy cansado, lo bueno fue que mi compadre me pasó el tip, uno se toma unas pastillas para el dolor junto con una coca y nada de dolor de espalda que siente uno. Lo malo es que tampoco puede uno dormir, pero pues ni quiero. Tengo la preocupación de mi esposa, por eso vengo antes de tiempo, iba a cruzar hasta diciembre pero me dijeron que está muy enferma, la nana dice que tiene unos dolores muy fuertes que hasta la hacen vomitar, mi comadre dice que para ella que tiene el cáncer ese, me dijo que tenía yo que venir porque quien sabe si aguantara hasta diciembre. Tengo seis chamacos, por eso vengo, tengo que ver con quien encargar a los escuincles, dos ya estén en edad de venirse conmigo de retache. Aunque no crea, me da pena por ellos, yo siempre les digo que estoy bien, pero ni es cierto, me fui desde hace diez años y no he podido ahorrar nada, todo lo que gano se los mando y me quedo con algo para comer, no salgo a ninguna parte y pues hay temporadas en las que la migra se pone perra y hay que andarse con más cuidado. Tiene un año que no veo a mi chata y ahora resulta que se anda muriendo, la vida a veces se ensaña con uno joven
Arnulfo detuvo momentáneamente su relato, su rostro se veía desencajado, por primera vez en mucho tiempo no supe que decir, me quede mirando su rostro inexpresivo, su piel curtida por el sol y se me hizo un nudo en la garganta al ver sus mirada tan llena de dolor y al mismo tiempo tan llena de nada.
Arnulfo me contó también que no tenía cincuenta sino cuarenta, lo duro del trabajo y algunas broncas por defender su dinero le habían dejado un rostro maltrecho y de mayor edad en apariencia.
No podía salir aún de mi estremecimiento cuando él me contaba algo peor que lo anterior. De su propia boca salió decirme que él había perdido absolutamente toda la fe y la esperanza, que ya no creía en dios, que a veces le rezaba solo por no dejar, pero que había entendido al fin que sobrevivir era lo único a lo que honestamente podía aspirar. Yo sé que no existe dios joven, me dijo en tono muy serio y melancólico. Aunque se notaba visiblemente alterado, no derramaba ni una sola lágrima, eso hacía de su expresión una imagen traslúcida aún más realista de su sentir. Dentro de mi estupefacción lo que más me impactaba era su mirada tan vacía, Arnulfo me miraba como si no me estuviera viendo, esa mirada perdida es algo que jamás podría aspirar a describir con palabras, pero puedo decir que me conmovió hasta lo más profundo de mi ser.
Cuando hubo saciado su necesidad de desahogo no atiné más que a contarle algunas cosas sobre mi abuelita, quien vive también en una zona rural, aunque en condiciones muy distintas. Arnulfo se emocionó sobremanera cuando le conté que en casa de mi abuela aún usan leña para calentar el agua. Él me explicó la diferencia entre un tipo y otro de madera, cuales “echan” menos humo y me dio el tip de no partirla muy pequeña para que el carbón restante pueda ser usado nuevamente, díselo a la vieja cuando la veas, recalcó, por supuesto en un tono exento de la mínima intención despectiva.
En pocos minutos llegamos a Cuernavaca, Arnulfo se despidió de mí, se puso de pie trabajosamente y extendió su mano, gracias por la platicada, me dijo, yo traté de darle ánimo, no le digas a tus hijos lo de dios le comenté, no lo van a entender, el me golpeó la espalda fuertemente y volvió a hacer ese extraño gesto remotamente parecido a una sonrisa.
Son miles de cosas las que podría yo decir al respecto, evidencia de la indiferencia social, una realidad que te salta a la cara, una verdad inevitable, gobiernos ociosos, rastro del neoliberalismo económico. Ninguna de esas cosas tiene sentido cuando de trata de personas, de gente solo requiere el apoyo solidario de los demás. Salí a la calle y tomé un taxi, sentí muchas ganas de llorar… y no volví a quejarme de nada en el transcurso del día.

1 Comments:

  • Sergio me has sacado las algrimas, me encanta tu capacidad de ser humano, de hacernos senir cuando leemso la historia que aqrnulfo nos mira a nosotros, gracias por no se rindeferente y por ayudarme a mantener mi fe en la humanidad.

    Un abrazo muy sincero: Jazmin

    By Anonymous Anónimo, at 11:10 a.m.  

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