Jugando a vivir

4/17/2006

Acompañado

Una semana sin tocar el teclado de una computadora es en exceso reconfortante. Y es que si bien pueden decirse muchas cosas buenas de estas marañas de circuitos, a veces es bueno separarse de ellas, aunque sea por un rato.
La semana pasada estuve en la multicitada localidad de Martínez de la Torre. Unas pequeñas vacaciones después de algunos meses para reconfortar el espíritu y continuar con el ánimo renovado. Como siempre sucede, el estar con mi familia me resulta placentero de una manera muy particular, me relaja en extremo, el ambiente carece de tensiones y el objetivo es meramente disfrutar de la convivencia, las ocurrencias de mi papá, la comida de mi mamá y las anécdotas de mi hermana.
En mis ratos de ocio, fui leyendo un libro que llevaba mi hermana para si misma: Mujeres de Ojos Grandes de Ángeles Mastretta, el libro contiene una serie de relatos que con ironía y un humor muy fino reflejan el choque de la mujer contra las exigencias de una vida más allá del seno familiar. Las historias cobran vida en el contexto de una sociedad poblana que poco espacio dejaba para su desarrollo como personas. Un libro muy recomendable y de fácil lectura. Cuando terminas de leer el libro lo que parece increíble es que muchas lápidas puestas sobre los hombros las mujeres de aquellas épocas continúan hoy día siendo cargadas por las mujeres modernas. Son de diferente color y forma, pero lápidas al fin. Y más interesante aún resulta la hipótesis de que muchas de esa lápidas son puestas en la espalda de las mujeres por ellas mismas.
En relación a este libro, recuerdo un momento muy agradable: el jueves después de comer, mis padres se atrincheraron en su recámara a leer un par de novelas policíacas que los tienen presos, mi hermana se sentó afuera de la casa a leer una buena revista y yo me aplasté en la sala con mis mujeres de ojos grandes en las manos. Podía verlos a los tres a través de algún reflejo o por la ventana y fue curioso ya que a pesar de estar solo en la sala, por un momento me sentí muy acompañado y con una agradable sensación de paz.
Al siguiente instante pensé en pepe grillo y todo se fué al caño, la extrañé mucho.
La semana terminó con una ida al billar donde quedó de manifiesto que mi papá no había jugado en 20 años y que mi hermana está aprendiendo. No es que yo sea un experto, pero en tierra de ciegos…
En una más de las coincidencias de la vida resultó que la mujer que atendía el changarro había sido alumna de mi mamá hace más de 25 años, me conoció cuando era solo un pañaludo. Al salir nos provocó mucha risa el que ella pensara que mi papá nos había llevado al billar cuando en realidad, fue exactamente al revés.Una vez realizado el ritual del blog, tendré que ponerme a trabajar, espero lograr hacer algo ya que mis dos neuronas siguen sin hablarse.

2 Comments:

  • Neuronas sin funcionar? por qué me suena eso familiar? Las mías estuvieron ayer en huelga. Al leer tu post llegué a la conclusión de que puede ser un motín. Esperemos que hoy estén activas y gustosas. Muy bonita tu narración.

    By Blogger Senda 18, at 9:10 a.m.  

  • A decir vedad, en estos tiempos electorales no cabría lugar a dudas que se trata de un compló. Habrá que pasarle el tip a todos los estudiantes de posgrado: no se dice "no me salió", se dice "fue un compló de mis neuronas". Suerte con las tuyas porque las mias siguen sin hablarse :D

    By Blogger Sergio, at 9:29 a.m.  

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