Jugando a vivir

3/24/2006

El patio trasero de la moral

Tengo que confesar que me ha costado mucho trabajo digerir las palabras de Nietzsche. Comienzo a leerlo, intento comprender el fundamento de sus ideas, analizo sus argumentos, pero de ninguna manera logro sacudirme una extraña sensación que se manifiesta calladamente, en contra de lo que mis ojos están viendo. Es como si parte de lo que estoy leyendo atentara contra alguna de mis convicciones y eso me incomoda. No soy un religioso empedernido, eso no es ningún secreto, comparto casi cualquier crítica que pueda arrojarse en contra de la iglesia como institución manipuladora y sobrevaluada. Sin embargo, Nietzche va más allá, arremetiendo también contra preceptos morales tan básicos como la compasión.
Creo haber descubierto que no importa cuan racional creamos que podemos ser, siempre quedarán vestigios de la formación religiosa que nos envistió cuando niños.
Y no me refiero a la moralina superficial que nos invita a guardar tal o cual apariencia sino a los preceptos básicos con los que hemos crecido, cuestiones morales que toda la infancia aceptamos debido a que corroboramos sus bondades en varias ocasiones.
Es obvio que uno no tiene que creer en todo lo que lee, mucho menos estar de acuerdo, la lectura consiste en conocer diferentes realidades, entrar en ellas, y tomar lo que nos resulte úlil o gratificante.
Ahora que pensándolo bien, me gusta esta incomodidad, eso quiere decir que mi cerebro está poniendo atención a lo que lee.

3/13/2006

De la embriagante, liberadora y mágica emoción que provoca el teatro

Para nadie es un secreto el enorme placer que provoca en mí una buena obra de teatro, incluso una obra de teatro regular, es mas, hasta un honesto esfuerzo por hacer teatro me llena los ojos; a fin de cuentas a mi me gusta mucho el teatro y punto. El viernes pasado, por fin logré asistir a una obra que había visto en cartelera desde hace poco menos que un mes. Es difícil encontrar gente que haga teatro en Cuernavaca, hay que estar muy atento porque las pocas que se presentan no reciben la difusión que deberían. Son como una buena mujer, cuando encuentras una, no hay que dejarla pasar.
La obra en cuestión de llama “Amor sin edad” se presenta en el Auditorio Carlos de la Sierra Ferrer del Centro Morelense de las Artes. Por ahora están programadas dos fechas más: 17 y 24 de Marzo a las 6 de la tarde. A todos aquellos que sean de Cuernavaca o que anden por acá, es una excelente opción para diversificar actividades, se las recomiendo. La obra es sencilla, irónica, y sarcástica a la vez, con un toque de dramatismo al final para sorprender al espectador; es ingeniosa y muy inteligente. No se requiere fumar nada para entenderla y lo mejor y más importante es que el papel principal es espléndidamente interpretado.
Un animal teatral es aquella actriz o actor que, sin importar el papel, se transforma en el personaje y proyecta sus emociones como si fueran las propias. En la obra, Mara es una viejita extrovertida y simpática interpretada por uno de estos animales, la mujer es brillante, llena el escenario y te arrebata el aliento un par de veces. Con solo el tono de su voz, proyecta más que una secuencia de varias decenas de imágenes. Las condiciones del teatro son limitadas, la iluminación apenas la necesaria, el espacio no abunda y el clima no es el ideal, pero los actores hacen un esfuerzo honesto, algo muy difícil de encontrar en estos días y no observé a nadie salir de la sala antes del final de la función, que sorpresivamente lucía un cupo lleno. Verán sobre el escenario a personas que aman el teatro, gente cuya remuneración principal es la pasión que provoca en ellos el arte. Gente a la que le valió muy poco los comentarios de: “te vas a morir de hambre si estudias una carrera de arte”. Hay una frase que bien podría añadirse al comercial de cierto refresco de cola: “¡Un aplauso!, para los que dejan a juicio del público el costo de la función y no se desaniman aunque encuentren monedas de diez pesos en los sobres”

PD: Nótese que no mencioné de que se trata la obra, vayan a verla, y dejen lo que sea su voluntad en los sobres.

3/10/2006

Al que obra mal...

Todo había salido muy bien en la semana, así que por ley de Murphy era muy probable que hubiera un negrito en el arroz, sí, un negrito, no un afro-americano en el arroz ni un hombre de color en el arroz. No hay nada de malo en llamar a las cosas por su nombre cuando no existe intención peyorativa.
Pues bien, un buen día, al salir del lugar donde comemos regularmente, pepe grillo y yo, nos dimos cuenta de que "el topo" había sido ultrajado, su placa trasera brillaba por su ausencia y no había ni rastro de ella, ni siquiera los tornillos para acabar pronto. No supimos exactamente en donde se la quitaron, y hasta el momento ni siquiera sabemos si fue un "tamarindo" o alguno de esos individuos estúpidos que solo las quieren para decorar sus habitaciones. No había ninguna infracción, así que era difícil saber. Como buenos ciudadanos, asistimos a la agencia de tránsito de Cuernavaca para preguntar si algún honorable agente de tránsito la había recogido. Al parecer no fue así por lo que tuvimos que darnos a la turística y siempre ilustrativa tarea de levantar un acta en el MP. Inmediatamente nos mandaron a la sección de "actas especiales" (tomen nota niños por si algún día les pasa), en esa sección había una persona que nos atendió, debo decirlo, amablemente. El problema es que el "acta" era una hoja de papel que se llena a mano, por lo que al cometer el mínimo error, hay que redactar todo nuevamente, mi pensamiento inmediato fue: ¡Bienvenidos a la era de la tecnología! Después de varios intentos y dos hojas desperdiciadas salimos de tan acogedor lugar con el acta en mano. Era necesario, ya que en el caso de que la hayan robado para hacer mal uso de ella, un acta nos apara (al menos hipotéticamente).
No sabemos si esta historia tendrá un final feliz; si de casualidad aparece rezagada en la oficina de tránsito solo habrá sido una pérdida de tiempo, de lo contrario habrá que tramitar una reposición o algún otro trámite engorroso por el estilo. Pepe grillo está muy triste por su topo, yo prefiero pensar que al que obra mal, se le pudre el animal.
Fin


3/07/2006

Brisa fresca

Los últimos días han traído inimaginables sorpresas, la mayoría de ellas muy agradables. Comencemos por el viernes: resulta que tiempo después de terminar mi tesis y ya sin la mínima esperanza de publicar algo en un congreso decente, me llegó un mail de aceptación a un congreso internacional de IEEE, la verdad me puse muy contento, yo esperaba exactamente lo contrario y vaya sorpresa que me llevé. Bangkok es la sede y aunque claro que me gustaría ir, lo que me interesa más en este momento es la publicación del artículo. Se que la calidad de un investigador no es directamente proporcional al número de artículos publicados, pero espero que sea de mucha ayuda a la hora de pedir chamba en ese ámbito. El artículo no descubre la rueda ni mucho menos, es un trabajo modesto fundamentado en una idea que según creo resulta útil. No puedo negar que la noticia me ha dado un nuevo ánimo, espero que esto genere cosas positivas, yo haré mi parte por que así sea.
En lo que respecta a mi taller de dibujo y pintura, es triste ver como cada vez somos menos los que seguimos asistiendo, no se que ha pasado, la profesora es muy buena y nos atiende de maravilla, sin embargo somos solo dos quienes aún atendemos a sus indicaciones y a los horarios del taller. Yo por mi parte llevo ya tres dibujos terminados en carboncillo, el que más me ha gustado es uno donde se aparecen tres jarrones, el único detalle es que quise dibujar un fondo de piedra y me salió… digamos difuso por decir lo menos. El objetivo de esta semana ha sido “vencer al orgullo”, si, así como suena, según Carmen, el mayor reto que se presenta al aprender a dibujar es vencer al orgullo, arriesgarse a hacer algo que no salga bien, seguir dibujando aunque no salga perfecto, la constancia y la práctica harán que las deformidades de trazos que realizas al inicio evolucionen hacia algo estético. Pero hay que pasar primero por las situaciones de: “¡ay que bonitos panes dibujaste!” cuando lo que quisiste pintar eran manzanas.