Jugando a vivir

11/28/2007

Párrafos de efecto retardado

Son solo veinte o treinta minutos los que requiere el ejercicio sano y reparador de escribir en un blog. Relajarse, respirar profundo, mirar hacia ninguna parte y quedar en espera de alguna idea que nos tome por sorpresa para extraer de ella lo sutil y construir un párrafo con pedazos de conciencia.
Ciertamente el tiempo es un elemento valioso, pero el recuerdo de esa extraña fascinación que precede al punto final, es lo que me arrastra a este sitio con la intención de aportar mi cuota de sinrazones y narrativa de aprendiz.

Durante mi ausencia he aprendido que aunque las entradas quedan impresas en la ventana electrónica casi de manera instantánea, el efecto es más bien a largo plazo. Líneas escritas hace meses, lo mismo en una mañana de resaca o en una noche vacía, hacen eco en la conciencia de alguien, se revelan provocando de una idea o una reacción que se transforma en comentario o en un correo electrónico. Con enorme sorpresa me he dado cuenta de que hay muchos del otro lado de la red que lee lo que se escribe. Incluso sin importarles que el tema principal de estos garabatos sea mi llana existencia.

Por mi parte he seguido jugando a vivir, sin aburrirme ni un instante, sin dejar de aprender ni de soñar. He asimilado una vez más que la realidad siempre le escupe en la cara a la soberbia cada vez que por descuido nos atrevemos a ostentarla. Estoy intentando formar una sólida amistad en convivencia (cosa a la que la gente llama matrimonio) y aunque sé que es el reto más difícil de todos, también sé que la recompensa es de una magnitud superior.

El final de año de acerca y hay ya nuevos retos en puerta. Puedo decir que mi perspectiva se ha visto ampliamente beneficiada por mi incursión en nuevas áreas que por desconocerlas muchas veces las había desestimado. Abriré bien los ojos y caminaré con el mismo andar de quien explora un nuevo rincón de si mismo.