Jugando a vivir

3/02/2007

Contrastes

Del centro al sureste, de las sociedades gélidas a las cálidas, de la ausencia de miradas a las miradas furtivas. Estas semanas que recién pasaron han sido toda una maraña de claroscuros, pruebas fehacientes de que México es una sociedad conformada de muchas pequeñas sociedades regionales que parecen mezclarse, pero que tras la cortina defienden y resguardan las características que las hacen diferentes de las demás.
El paseo comenzó con una visita al ilustre defectuoso, viernes y sábado de diplomado, en esta ocasión sería en santa fe. Jorge quedó en pasar por mí al metro Insurgentes ya que era la primera vez que lo visitaba en su nuevo refugio. El escaso tráfico de las cinco de la tarde permitió que el metro me arrojara casi una hora antes de lo planeado en el lugar acordado. Decidí salir a la explanada y sentarme a examinar un rato el libraco en turno. La falta de costumbre al ruido y movimiento excesivo hacía difícil concentrarse así que guardé un rato a Fuentes y me dispuse a observar.
Ya más atento a lo que pasaba frente a mis narices pude observar que circulaban por ahí una gran cantidad de homosexuales, platicando, caminando de la mano o abrazados en una banca haciendo difícil distinguir cual brazo era de quien.
A escaso medio metro de mí estaban un par de chicas, muy lindas por cierto, hice un cálculo rápido: no más de 18 años. Los cientos de personas caminando y el ruido no parecían ser un impedimento en su caso. Se abrazaban y besaban en franca muestra de afecto, dirigí nuevamente la mirada a los transeúntes y nadie les prestaba atención, incluso una señora cuarentona no tuvo reparo en interrumpirlas un momento para pedir cooperación para algún hogar de niños de cierta iglesia. Lo mismo pasaba con el resto de la gente, se comportaban con naturalidad. ¡Que padre!, pensé, siempre he sabido que las grandes ciudades logran llegar a un nivel de tolerancia más alto, no por cuestiones de educación sino por mera salud mental, imaginen dejarse afectar por todo lo que uno ve en una metrópoli, sería una locura. Esto lleva a la gente a ser más tolerante y en consecuencia muchos se animan a quitarse un poco la máscara social y exponen una imagen pública más cercana a la real.
Un rato después Jorge llegó por mí, en general lo pasamos muy bien durante el fin de semana, tenía ya un rato que no platicábamos como solíamos hacerlo. Yo tuve que trabajar a santa fe viernes y sábado, pero el domingo el día fue más relajado y las cervezas pudieron fluir con naturalidad.
Al llegar por mi a la famosa explanada tuvo a bien explicarme que nos encontrábamos en la zona rosa, y que su casa esta justo a unas cuantas cuadras del lugar. Aquí los homosexuales abundan, me dijo, pero siempre andan en su rollo y no se meten con nadie.

La semana siguiente tocó el turno de viajar al sureste, a la hermana república de Yucatán, me invitaron a dar unas pláticas a la universidad y no dudé en aprovechar para visitar a los parientes que tengo por allá. En Mérida pasé a saludar a mi abuelita, ella vive sola y siempre le ocasiona una gran alegría el recibir visitas. Ya en Tizimín llegué al campus de la universidad, el cual por cierto es más grande de lo que yo pensaba. Ahí no hay manera de pasar desapercibido, la gente nota inmediatamente que no eres del lugar, principalmente por la forma de hablar. En alguna sobremesa durante esos días, surgió el tema del marcado regionalismo que existe en Yucatán, sobre las obvias diferencias y la perspectiva que tiene la gente externa de los Yucatecos. Alguien defendía la idea de que el resto de la república se burla de ellos, hacen chistes sobre nosotros, decía, y eso es molesto. Supuestamente esa era la razón por la que mostraban cierto recelo por los “extranjeros” del resto de la república.
Como dice Sabines en uno de sus poemas, “yo no lo sé de cierto”, pero desde mi perspectiva esta acentuada separación y diferenciación del sureste en general, tiene raíces mucho más profundas, históricamente siempre ha sido muy difícil unir al sureste con el resto de la república, en antaño debido a las precarias vías de comunicación y actualmente debido a los remanentes de una ideología regionalista que todavía se deja ver en las ciudades medianas y pequeñas. Incluso sé que en alguna época hubo intentos por formar un estado libre y soberano, se elaboró un himno y una declaración de independencia.
El regionalismo es un fenómeno en si, no tiene un carácter positivo o negativo a priori, pero la apertura es un requisito para que cualquier sociedad contemporánea pueda enriquecerse de lo que observa alrededor, conocer a personas que piensan diferente y que ven las cosas desde otros ángulos, solo se trata de ver un poco más allá.
Otra característica es que la sociedad tiende a ser muy conservadora, los rumores y el “que dirán” son todavía factores que influyen fuertemente en el comportamiento de la gente, eso lo observo cada vez que voy con mis parientes y mis primos. Se tiende a cuidar mucho la imagen pública, aunque la persona real, la que surge tras las cortinas, sea totalmente diferente. Y esto último es característico de la provincia en general, no solo del sureste. A mi me gusta Yucatán, su gastronomía, su folclore y la peculiaridad de su gente, pero enojarse por los chistes que se hacen sobre ellos me parece un tanto quisquilloso. A los regios les vale si les dicen codos, a los veracruzanos nos vale sin nos dicen groseros o lancheros, así que porqué no reírse un poco de la propia existencia.
Por cierto, las pláticas llegaron a buen término, antes de regresar a Cuernavaca estuve un día en Mérida con mi abuelita, fuimos a pasear un rato y a al despedirse me dijo una bomba que les paso al costo ("tuch" significa ombligo).

En tus ojos veo el sol,
en tus labios veo la luna,
y abajito de tu tuch…
la rueda de la fortuna.

y otra clásica...


Ella:
Si a los hombres los calaran
como se cala un melón
así veríamos nosotras
lo sinvergüenzas que son.

El:
Allí esta nuestra ventaja,
la mujer es mal pensada,
¿Pues no saben que al nacer
dodas ya vienen caladas?

Ella:
¿Qué te pasa mesticito?
¿o que te crees muy capaz?
tú también vienes calado,
solo que por detrás.