Jugando a vivir

5/29/2006

Novedades

El fin de semana que acaba de concluir me mantuve intencionalmente desconectado del mundo, sin cables. Estuve en el puerto de Veracruz con unos amigos a los que tenía un buen rato de no ver. La convivencia fue agradable: playa, cervezas, música, en resumen: bailé y tomé hasta saciar. La consecuencia: me arde la espalda como desesperado, estoy todo colorado y siento en carne propia lo que siente un bebé cuando le ponen algo que no es de algodón, !raspa!. El clima estuvo genial, mucho sol y gente amable, incluso Gwenn se sorprendió cuando un paisano se desvió de su rumbo para guiarnos hasta un restaurante por el que solamente le habíamos preguntado. Que alegría que la gente siga siendo así en el puerto. Esa es una de las razones por las que me gusta mucho Veracruz, yo acepto que desafortunadamente la arena de la playa no ofrece un blanco encumbrado y reluciente, sin embargo, la amabilidad de la gente vence cualquier factor que pudiera abonar en su contra. El regreso sobrevino sin complicaciones, domingo en la noche, ¿quien caramba viaja?, la carretera fue para mi solito.
De regreso me encuentro con varias nuevas noticias: González Iñárritu gana "Mejor Director" en Cannes con Babel, Almodovar llora durante la proyección de dicha película, su película Volver obtiene "Mejor Guión", México pierde ante Francia en fut, Bartlet alega elección de estado y se une al PRD, memín logra huir de su ma-linda, Benedicto XVI visita Auschwitz, en fin, la de nuevos acontecimientos que se puede perder uno en un fin de semana.

Y ahora a lo que sigue, trabajar, buscar trabajo, superar el día de hoy y terminar de descansar en la noche, me siento agotado, nada que uno doble bien cargado no pueda remediar.

5/26/2006

Nostálgico

Hoy ha sido un día tranquilo, el clima es agradable y la humedad en el ambiente solo es reflejo del menudo aguacero que cayó sobre Cuernavaca la noche anterior. Por alguna razón me he sentido muy nostálgico, no mucho más que de costumbre, pero lo suficiente para tragarme un par de moscas al vuelo. Y es que he agarrado por encargo la lectura de una novela que me ha gustado mucho. La disfruto mucho mientras la estoy leyendo, pero cuando interrumpo su lectura invariablemente me deja con un aire nostálgico y triste a la vez. No sé aún con certeza el motivo, razón adicional para seguir leyéndola, pero entre sus páginas he encontrado muchas cosas que me son familiares, afines. Frases, momentos y situaciones que el autor ha tomado prestadas del mismo lugar que algunos de mis sueños. El título de la novela es "Siempre serás mi padre", y viene contenida en un libro que Readers Digest manda a sus lectores bajo en nombre de “Libros Selectos”. No son novelas encumbradas en los más altos peldaños de la obra literaria, pero normalmente resultan muy entretenidas, accesibles y sobre todo muy bien contadas.
Cambiando de tema: ¡Felicidades al buen Jáquez!, me estoy enterando en este preciso momento de su inminente partida a la metrópoli regiomontana. Uno más que se nos va para allá a hacer algo productivo. Estoy seguro que le irá muy bien, no podría ser de otra forma.
Es bueno recibir este tipo de noticias en días nublados como hoy, le alegran a uno el corazón, mas tarde iré a ver X-Men 3 y la próxima semana pondré todas las pilas en preparar un curso intensivo de RUP que me acaban de ofrecer gracias a Gwenn, tendré que hacer memoria y documentar todas las experiencias positivas y negativas de mis días como desarrollador de software en Puebla. Por otro lado parece que se está cocinando mi participación en un curso de robótica para CCM, no daré detalles para no salarlo.Buen fin se semana, mañana yo me voy mi Veracruz precioso.

5/22/2006

La luna

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir


Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.

Jaime Sabines

5/18/2006

Fóbico

Escribo estas líneas con un leve dolor que apenas me permite sentarme. Mi brazo también está herido y mi dedo índice todavía tiene algunos rastros de sangre. Y es que justamente hace unas horas fui presa de un ataque inesperado. No pude hacer nada al respecto. Y pensar que ingenuamente llegué a buscarlo por mi propio pie sin sospechar lo que me esperaba.
Hoy por la mañana me levanté muy temprano, casi de madrugada, me bañé y me vestí como es habitual. Tenía clara en mi mente la cita hecha con anterioridad, no debía postergar más esta situación así que no hubo lugar para el arrepentimiento. Tomé valor y me dispuse a recorrer el trayecto de diez minutos desde mi casa hasta el lugar pactado. Caminé sin saber que con cada minuto transcurrido me acercaba más al calvario que el destino me tenía preparado.
Pasadas las ocho llegué al edificio, no era tan alto como lo recordaba. Los escalones de la entrada conservaban su aspecto descuidado y apenas un minúsculo espacio para apoyar el pie. Las paredes reflejaban fielmente el paso de los años y los techos mostraban figuras multicolores que parecían observar de reojo el paso de la gente.
Sin pensarlo, me dispuse a entrar. Inmediatamente fui recibido con un fétido olor que provenía de todas partes y que inundaba hasta el último rincón del edificio. Mis nervios se crisparon, como si mi cuerpo advirtiera por instinto el peligro inminente, como deseo ahora haber hecho caso a los instintos. Llegué hasta una puerta color verde, en el centro de ella había un letrero que la marcaba con el número tres. Me detuve por un segundo. Si había un último momento para arrepentirse, era aquel instante. Decidí no hacerlo y continuar.
Me acerqué y cuando estaba a punto de llamar a la puerta, una mujer la abrió de golpe. Me miró con aire indiferente, como si pudiera ver a través de mi, como si no viera nada, sin decir una palabra se hizo a un lado haciéndome una seña para que pasara. Ya en el interior, me señaló una vieja silla roída hasta las costuras. Con mucho cuidado me senté en ella, esperando no terminar con lo que obviamente eran ya muchos años de vida útil.
La mujer se presentó con el nombre de Antonia. Acto seguido le di el tarjetón gris que me habían dado la primera vez que fui. Ella tomo asiento mientras escudriñaba cuidadosamente el documento.
- Mmmhhh, ¿es la primera vez que viene? - masculló.
- Así es, verá usted, me enviaron para ...
- Si, ya se - interrumpió sin quitar la vista de mi tarjeta.
Fue en ese momento cuando la plática pareció teñirse de un color más amable.
- ¡Felicidades joven!, que bueno que venga a medicina preventiva cuando aún no tiene ningún problema, normalmente la gente solo viene cuando ya están muy enfermos - comentó en un tono de honesto beneplácito.
- Vamos bien - Pensé
Enseguida comenzó con una retahila de preguntas a las cuales apenas atinaba a contestar.
¿Qué come?, ¿cómo lo hace?, ¿se lava los dientes?, ¿cuántas veces?, ¿parientes diabéticos?, etc, etc, etc.
- Su salud está muy bien joven - dijo mientras esbozaba una leve sonrisa.
- Solo tenemos que eliminar unos kilitos de más, aplicar sus vacunas pendientes y con suerte no tendrá que pisar este edificio en muchos años.
En ese momento mi corazón se detuvo por un instante - ¿Dijo vacunas?
- Si, tiene varias vacunas pendientes - se apresuró a contestar.
- Pero, yo, este, bueno, siempre me mantuve al corriente con eso, no creo que sea necesario
El sudor frío se hizo presente y mis rodillas sonaban como matraca en fiesta de pueblo.
Y es que por alguna extraña razón le tengo pánico a las agujas, si, lo admito, no es por el dolor ya que éste es mínimo, pero me pongo nervioso, tieso, y experimento unas enormes ganas de salir corriendo.
- ¿Qué tan malo puede ser? - pensé - ¡vamos Sergio, no seas cobarde!
- Descubra su brazo por favor - dijo con amabilidad.
- Uf, que alivio, es en el brazo - pensé, al tiempo que el alma regresaba a mi cuerpo.
No bien había levantado mi playera cuando ya tenía la aguja dentro. No pide decir ni PIO.
- Muy bien joven, ahora bájese el pantalón - dijo sin más consideraciones.
- ¿Eh?
- Que se baje el pantalón - dijo esta vez con más firmeza.
- ¿Así nada más sin siquiera tomar una copita, un cafecito, ni una palabrita de cariño? - pensé
No me quedó más remedio, me aproximé a la camilla ya casi sin oxígeno, hacía como dos minutos que aguantaba la respiración.
Cuando estaba a punto de subirme las cosas se pusieron peor.
- No joven, no es necesario, solo quédese quietecito.
Apenas iba a voltear para protestar cuando sentí el piquete.
Me quedé con el "¿no duele más parado?" en la boca.
Debo reconocer la pericia y sobre todo la puntería de Antonia pero ¡no hay derecho!, no me dejaba ni ponerme nervioso cuando ya me había ensartado.
Comencé a buscar salidas de emergencia, una ventana, un ducto de lavandería, cualquier cosa que me salvara en caso de que la tal Antonia me saliera con que se iba a poner el guante blanco de la muerte.
No había salida de emergencia, estábamos en segundo piso y la única puerta que había estaba cubierta por ella, ¿será que reciben entrenamiento táctico al respecto? Tacleo de pacientes I, Trayectorias de escape II.
Afortunadamente recordé que las revisiones de la próstata se hacen luego de los 40, que alivio.
Apenas me había subido los pantalones cuando Antonia se acercó nuevamente.
Yo ya estaba más que ciscado y me temblaba un ojo, así que solo atiné a dar un paso hacia atrás.
- Permítame su dedo índice - dijo sosteniendo una "maquinita" en la mano.
- Va a sentir un piquetito - advirtió.
- ¿Otro? - No había terminado de pensar la "o" de "¿otro?" cuando mi dedo ya había sido ultrajado por una minúscula aguja.
- Su nivel de glucosa está bien, veamos su presión - apuró a decir.
- No se preocupe si la encuentra baja - le dije tratando de distraerla para salir corriendo. No lo logré.
- ¿Apoco le tienes miedo a las agujas?, tan grandote -
- Sí, dígalo, tan grandote y tan chillón-
- No te preocupes - dijo a punto de carcajearse - la próxima te toca hasta dentro de 15 días.
- ¡Hombre!, eso me tranquiliza - dije con sarcasmo.

En resumen, me dio pastillas para limpiar la dentadura, tres piquetes en un minuto (tomé el tiempo), me dijo que mi alimentación es buena, me pesó, me midió, me tomó le presión e hizo un diagnóstico de salud que resulto: "muy bueno" lo cual está justo antes del mejor que es "excelente". Finalmente me mandó a hacer unos análisis de sangre por lo que tendré que recibir un piquete más mañana, a ver si así dejo atrás mi fobia.
Me pondrán la vacuna contra la influenza, hepatitis, sarampión y no se que otras más.
Tengo que decir que este programa de prevenimss es una maravilla, la atención es muy buena aunque no te consienten mucho, desafortunadamente Antonia me comentó que la gente no lo aprovecha. Hay que ver la de cosas que tienen que pasar para que el imss tome alguna iniciativa y ahora que lo hace a la gente como que le ha valido. Es una pena.

Fin

5/09/2006

Incómoda realidad

En los días pasados he puesto especial atención en un aspecto que desde hace mucho me causa curiosidad acerca de mi mismo. Sin rodeos ni tapujos he de decir que me incomoda irracional e inevitablemente el ser solamente un observador más de la realidad social, el no tener poder de decisión sobre asuntos que realmente importan y que sobrepasan el ámbito personal. Siempre me he dado cuenta de ello y ocasionalmente he intentado hacer algo al respecto, pero invariablemente resulta insuficiente. En términos llanos, me refiero a la incomodidad que me causan todos los días y a todas horas, las dantescas imágenes con las que nos topamos habitualmente al deambular por cualquier cuidad, no necesariamente de México, que quede claro.
Estas imágenes presentan un rostro de mujer, de niño, de anciano, sin más esperanza que la fortuna o algún dios de los que no creen en nadie. La gravedad de la situación de estas personas no solo se presenta en forma de un cuerpo descuidado y sucio, peor aún, se filtra a través de sus ojos y llega hasta uno con aire recriminante y rencoroso. Al menos así es como yo lo percibo.
¿Me da para un pan?, ¿tiene un peso que me regale?, ¿me compra un chicle?, ¿me da para el "chesco"?, mi mamá está enferma ¿me da para las medicinas?. Uno sabe bien que regalarles dinero está muy lejos de beneficiarles en algo, yo creo que la gente lo hace por safarse de esa misma incomodidad que ocasionan en mi este tipo de situaciones. Algunos aplican algún filtro como: "yo si les doy pero solo a los viejitos" aunque pienso que en solo para respaldar el autoengaño de que se está ayudando y para sosegar el remordimiento. El "no tengo" suena a "no te quiero dar" y cualquier insistencia termina por hacer más largo el suplicio. Estas personas no son víctimas de malos gobiernos ya que hasta en los paises más desarrollados existen, tampoco podrían decirse que sean víctimas del resto de las personas, ¿selección natural?, ¿mal social necesario?, son incontables las expresiones que he leido en referencia a ellos y hasta la fecha no he encontrado ninguna que lo haga sonar menos deprimente.
Tampoco se puede decir que están así porque no estudiaron o porque sean flojos, la verdad es que muchos de ellos jamás tuvieron la oportunidad o la tuvieron bajo circunstancias imposibles de superar.
No se ni porque me metí en un tema tan escabroso, en fin, espero poder llevar a buen término estos párrafos. Quienes me conocen saben que estoy muy lejos de ser un "junior" o cosa similar, todo lo contrario y es que estas sensaciones no obedecen al clásico remordimiento de clase que arroja a centenares de mujeres ricachonas a eventos de beneficencia y caridad. No, no es eso, creo que es solamente un instintivo y muy elemental sentido de solidaridad que no se como encausar.
El domingo pasado, un señor de edad avanzada que atiende una vulcanizadora cercana, tuvo la amabilidad de arreglar la llanta del coche de Gwendy. Llegamos cuando estaba por cerrar, y aunque le dijimos que regresaríamos otro día, él prefirio hacer la talacha de una buena vez. Cualquiera que haya tratado alguna vez de desmontar una llanta con el rústico aparato de las vulcanizadoras sabe a lo que me refiero cuando digo que se requiere fuerza. Le ofrecí ayudarlo, pero me miró como si lo hubiera ofendido y sin responder continuo su trabajo. Al final, casi sin aliento y con un derrame en el ojo, cobró lo acordado y le dimos las gracias. No se ni su historia, ni su situación actual, pero si se que no debería realizar un trabajo tan exigente. En ese momento pensé en que no me gustaría que mi padre tuviera que hacer algo similar alguna vez en su vida y creo que en eso radica la incomodidad, seguramente él también tuvo un hijo o un hermano al que no le hubiera gustado verlo así.

5/02/2006

Cielo nublado

Han pasado ya varios días desde la última entrada a este blog. Una disculpa a quienes tienen la amabilidad de asomarse de vez en cuando por esta ventana. La semana que recién terminó se presentó repleta de situaciones inesperadas, conflictivas y absorbentes. En dos palabras: el caos. El laboratorio lleno de gente con el agua hasta el cuello, lamentos por aqui y por allá al darse cuenta de que, a diferencia de los políticos, ellos si tendrán que cumplir sus promesas de campaña. Por supuesto también hubieron sorpresas agradables, alumnos de segundo semestre de profesional cuyos proyectos inicialmente me sonaron demasiado ambiciosos lograron cumplir con sus objetivos. Menuda sorpresa.
Por otro lado y para variar, mi portatil está en coma, si, el conector de la alimentación se sobrecalentó e hizo que el cargador dejara de funcionar. He intentado arreglarlo sin éxito. Afortunadamente un buen samaritano tuvo la gentileza de prestarme la batería de su lap que es idéntica a la mía y pude respaldar las cosas urgentes. Además de comprobar que la descarga no se llevó entre los pies a la computadora completa.
Este fin de semana inicié la lectura de un libro que llegó a mis manos así, sin tener que salir yo a buscarlo:
La sexualidad en la etiología de las neurosis de Freud. Abrí la primera página sin saber bien a bien que esperar y ¡oh! sorpresa, la terminología es accesible y el tema muy interesante, además de ser expuesto, según mi muy particular punto de vista, de manera brillante. Muy recomendable.
En lo personal solo lo bueno ha pasado, un diagnóstico médico favorable en la familia, y un memorable día del niño para mis padres.
Pendientes para esta semana: volantear curriculums, volantear curriculums y volantear más curriculums.
¡Ah! y hacerme de una disciplina de gimnasio, estoy harto de estos kilos de más.