Jugando a vivir

12/09/2007

Observarse

Deberían bastar unos cuantos minutos a solas como indulgente pretexto para la introversión; creo que en realidad se han vuelto necesarios. Unos minutos le son suficientes a cualquiera, deberían serlo, aunque a decir verdad, no estaría mal si tuvieran carácter de ineludible para todos. Es en extremo saludable detenerse un momento en medio de la vorágine que nos envuelve, observar o solamente mirar, quedarse muy quieto, hasta llegar el momento en que nos vemos pasar delante de nosotros mismos. Entiendo que la primera vez nos causará un gran impacto, y es que todos estamos acostumbrados a hurgar la vida de los demás, pero observarnos a través de la misma tela es un ejercicio a la vez difícil y enriquecedor. Hacer una autocrítica con las mismas pautas que usamos para criticar a los demás, cuestionarnos fuertemente desde el exterior, ser como lo es un amigo francote que despepita en dos frases lo que el resto no se atreve a decirnos.

Cada quien tiene sus espacios preferidos, algunos en los rincones, otros a la vista de todos, algunos dentro de un templo, otros a la mitad de la nada. La intención es aprovechar espacios que de otro modo morirían irremediablemente en la ignominia. Los míos son muy simples: los cincuenta minutos que dura una misa a la que he ido por acompañar a mi familia, los veinte minutos que dura un viaje en taxi, los diez minutos que tardo en llegar caminando a mi casa, los cinco minutos que tardo en quedarme dormido, los viajes en autobús y otros que improviso en el momento. Cuando me son insuficientes, me veo en la necesidad de tomar prestado uno que otro atardecer o un domingo por la mañana, antes de que pepe grillo despierte.

Durante ese tiempo, trabajo en respuestas que considero importantes y aunque no tengo la mínima idea sobre la importancia que estas tengan para los demás, para mi son preponderantes. Muchas personas me han cuestionado sobre mi renuencia a comprar un reproductor de música portátil; la verdad es que no me desagradan, de hecho incluso me resultan llamativos, el único problema e inconveniente es que no me dejarían escuchar mis pensamientos en esos pocos y preciados momentos en que me observo.