Esta ha sido mi semana de vacaciones: despertar, salir a hacer ejercicio, escribir, preparar clase, comer, leer, cocinar, escribir, ver televisión y dormir. Extrañamente y a pesar de lo común que pueda ser cada una de estas actividades por separado, la combinación de ellas ha traído consigo un bienestar y una paz que hace mucho tiempo no sentía.
Retomar el ejercicio cotidiano ha generado energía adicional que bien me ha servido para cumplir con el resto de la jornada sin perder el ánimo en la mejor parte. Regresar a mis épocas de pseudo-“chef pepin” ha acarreado muy buenos dividendos, siempre me gustó cocinar y retomarlo ha sido uno de los principales aciertos en estas vacaciones. Lo que no se ejercita se olvida, incluso aquella bizarra creación del pollo en salsa de mango que un día conquistó el estómago de pepe-grillo volvió a resultar un éxito, incluso después de creer que había olvidado la receta.
La tercera y más importante de todas ha sido, por fin, y después de muchas dudas, el inicio de la escritura de un libro que en realidad trate de exponer a juicio público. Y no es que “tenga algo que contar”, como dicen muchos escritores, tampoco pretendo tener “autoridad moral”, es solo porque me llena tremendamente de gozo escribir. La técnica: enredar a personajes que he conocido, retorcerlos, explorarlos, meterlos en situaciones de las muchas que recuerdo y envolverlos con las telarañas que hay en mi cabeza.
Escribo desde muy pequeño, pero siempre bajo la premisa de que todo quedará en mis entrañas o en las de los objetos de mi afecto. Siempre he tenido la duda sobre mi capacidad expresiva. Por fin he decidido que no es de mi interés en este momento si la tengo o no, haré uno o varios esfuerzos honestos con miras a comprobarlo. Será un libro de cuentos cortos, todos ellos en torno a una temática que considero será de interés. No sé en este momento como lograré exponer lo que sea que de esto resulte, eso lo decidiré más adelante. Necesitaba trabajar en otro de mis sueños, en lo que resuelvo que hacer para conseguir los que se han quedado en espera.